domingo, junio 20, 2010

El día D

Hola. Hoy es el día del padre. En verdad no recuerdo la última vez que lo celebré, si es que el algún momento lo celebré.

Y no puedo decir que me sienta en estos momentos triste por no celebrarlo, por no tener a mi padre al lado para llevarle el desayuno a la cama o comprarle por enésima vez una máquina de afeitar de última tecnología. Es, simplemente, un sentimiento inexistente dentro de mis emociones. Y puedo decir con toda la calma de mi madurez que no recuerdo en ningún momento haber llorado por esta ausencia que me impuso aquel mismo que no está. No tengo pena, ni rabia, ni amor hacia aquel hombre del cual guardo una imagen añeja en mi memoria, con data de al menos 15 años atrás. Añeja. Aquel hombre alto (claro, yo tenía 10 infantiles años y bastantes centímetro menos), pálido, muchas veces barbudo o bigotudo, de cejas espesas, jeans y camisas manga corta hoy se ha convertido en alguien desconocido. A
través de una sola foto recuperada por internet y enviada por un primo que no conozco, me ha demostrado que aquel que aparece en ella solo es un ser humano que aparenta más años de los que tiene, que por su propia decisión e ignorancia ha perdido la posibilidad de ser parte de la vida de su única hija, y al mismo tiempo, ha dejado a su única hija sin la posibilidad de saber qué es querer, admirar y necesitar a un padre.

No siento ni las ganas de juzgar a aquel hombre, puesto que si lo hiciera podría ser mal interpretada en mi propia emocionalidad. Solo puedo sorprenderme de la insensibilidad y falta de instinto protector de algunos y desear hasta el infinito no cargar dentro de mis genes con aquellas mismas características. Esperar también, que si en algún momento mi útero engendra vida, aquel ser responsable de la otra mitad de ella se merezca la dicha de darla y sepa comportarse a la altura de las circunstancias. Amén.

Me he preguntado si esta carencia ha provocado en mi personalidad rasgos, características o actitudes desviadas. Muchas veces también le he echado la culpa de mis entusiasmos exacerbados y amores imposibles. Pero en fin. Nunca sabré cómo hubieran sido las cosas si aquella mano grande hubiese querido tomar la mía. En fin, yo, tan feliz como siempre por todo lo que la vida me ha dado y por todos los que SI me aman!

3 comentarios:

La Fox dijo...

Quizas algun dia la vida te permita saldar esa cuenta pendiente, si no es con tu propio padre, con el padre de tus hijos :)

Gabriela Dauvin dijo...

oye... estas aprendiendo a crecer =)

segun la filosofia de Bach (el de las flores) estamos hechos energicamente de alma y personalidad... el alma es trascendente a través de los años y siglos... la personalidad la formamos de a poco con la sociedad y tb con un poco de genetica. Dice que la experiencia de la vida nos pide que aprendamos todo lo que podamos, sin dejar que los defectos de nuestra personalidad sean un obstaculo, buscando la armonía en nosotros, para hacer que nuestra alma encuentre el camino que debe seguir. Aprender de lo que vivimos y usar el aprendizaje para equilibrarnos cada día más...

... por eso creo que tu alma aprende cada día más de tu vida... la estas dejando alimentarse.

PD: no, no soy transpersonal.
Solo que esto que aprendo me hace mucho sentido =)

Mariela dijo...

Mmmm... el día del padre... para mi, así como el día de la madre, no le encuentro mucho sentido, si en realidad todos los días son del padre y de la madre, yo en mi rol de padre-madre todos los días del año intento de llenar esa sensación de vacío que probablemente deja la ausencia-presencia de este padre intermitente, en fin... creo que la capacidad de engendrar y dar vida es una bendición y entrega tal alegría que en el fondo da lo mismo desde que rol te pares, con los años he comprendido que los hijos son siempre hijos y ese cariño transpasa fronteras y hasta distintas formas de querer, ya sea con la presencia o con la ausencia.
Un abrazo!