Finalmente, todo se resolvió en el estar pero con una propuesta de cambio parecido al ir. Un solución que ha resultado hasta el momento acertada. Me siento nuevamente feliz, feliz, feliz, contenta, emocionada y enamorada hasta la punta de mi cabello que cada día crece más. 

Pero como no todo puede ser color de rosa, cuando se soluciona un problema, se desarregla otro. Quizás eso es lo que nos haga sentir vivos. Ahora el problema es otro. Me mudo. Y si bien es una decisión que tomo yo, es cuasi obligada por el valor que me querían cobrar desde marzo. ¿Hay algo más agotador y aburrido que embalar? Soy buena para limpiar, lavar los platos, cocinar, hasta para coser y planchar, pero ¿embalar? En fin, no hay otra solución, así que este mes será de ventas de todo lo que me sobre y embalaje de todo lo que me llevo. 

Al fin y al cabo, todos los cambios son buenos y nos permiten re inventarnos, remodelar y desprenderse, sobre todo cuando tenemos amigas tan amables como para recibirnos en nuestro tránsito a la casa propia.