martes, agosto 16, 2011

Entre sushis...


Y claro, es que el tema siempre presente en el club de Lulú es "los hombres", "las relaciones". Es ahí cuando nos damos cuenta que nunca somos las únicas que hacemos estupideces, sino que éstas se contagian entre las amigas, colegas, familiares...

Cuando has terminado una relación, el primer paso para marcar el antes y el después es eliminar del MSN, Facebook, bloquear en twitter, eliminar el número del celular y borrar todo aquel rastro de contacto tecnológico habido y por haber. Sin embargo, luego de este impulso inicial empezamos a autoconvencernos de que no podemos escapar de nuestros problemas y que tenemos que enfrentarlos. Y la manera de enfrentarlo en este caso es revisando cada cinco minutos su Facebook por si ha escrito algo nuevo o ha subido alguna foto, revisar su blog para ver qué le pasa por la mente o por último, seguir su twitter para ver dónde anda (mejor si tiene foursquare) o qué piensa. Podemos sumar incluso un programilla de IPhone que nos permite ubicar otro de estos dispositivos en el mundo. Ese es nuestro castigo y método.

Cuando sabes que tiene otra relación, además de buscar en tooooodas sus páginas, lo haces en las de ella. Quieres saber su nombre, sus gustos, qué estudió, cómo es. Quieres conocer todos sus defectos físicos, aquel lunar irregular en la frente o las espinillas que le brotan. Y esto te sirve para aliviarte por creerte mejor que ella y preguntarte "Qué le encuentra?".

Debo reconocer que muchas de estas ASTUTAS acciones han sido realizadas por mis dedos sobre este mismo teclado. Sin embargo, la estupidez a veces la he perdido, en los momentos más cuerdos y maduros de mi vida. Puedo decir que el número de teléfono de aquel EX todavía está en mi celular (y quizás el mío en el suyo, porque para fin de año me llegó un saludo masivo) y tenemos amigos en común que he visto continuamente. Podría con sólo una llamada saber de él, si se casó, dónde está, dónde vive, etc. etc. Podría con solo un click ver aquellas fotos que en otros momentos me hubieran llegado a destrozar. Pero no. Mi decisión es más fuerte esta vez.

2 comentarios:

Gabriela Dauvin dijo...

Es esa naturaleza mazoquista que tenemos todos... hombres y mujeres... de saber en que nos equivocamos, no para crecer y hacerlo mejor la próxima vez, si no para autocastigarnos por el error. Problemas de apego, con la autoridad, el background religioso, la incapacidad de soltar de cada mujer, que se shó... lo único que está claro es que no importa cuantas veces caigamos en estas conductas, volveremos a ellas como si nunca hunieramos caído... tenemos la imposibilidad de aprender que no es necesario saber de una persona que no quiere hacerte saber nada más... saludos vere!! y que rico el sushi =)

verelogia dijo...

Yo haría una salvedad: Solo aprendemos cuando queremos y con quien queremos. Eso ha sido lo que he sacado en limpio estos últimos años.

Te echo de menos monguis!